MI PRIMER TRABAJO



A los 5 años empecé mi primer trabajo. Para mi no fue ningun trauma, era un juego el trabajo. Consistia en cuidar de un niño de dos meses, para que su madre pudiera hacer las cosa de la casa. A mi me daba el niño despues de darle el pecho, y me dicia: «Mari, cuando el niño llore mucho, me lo traes, porque es que tiene que mamar». Yo me cogia al niño, me iba con las mi amiguitas a la calle y saltava a la comba con el niño cogido, y sinó se lo dava a otra de las niñas, y mi juego favorito era la charranca. Yo siempre con el niño cogido. Nunca se me cayó al suelo, y le encantaba estar conmigo.

Por todo esto yo no me sentí nunca esplotada, ni abandonada por mis padres, y para mi fue una suerte porque eran cuatro hermanos y la comida en mi casa era muy escasa. Yo en la casa que estaba con el niño podia almorzar hasta hartarme, comer lo que quisiera, e igual hacía en las demás comidas.

Cuando llegaba a mi casa mis hermanos me preguntaban qué había comido. Y les decía por ejemplo que había comido carne con garbanzos, pescado frito con patatas, merendar pan con jamón, queso o chorizo... En mi casa de todo esto no había, por falta de recursos de todo tipo. Y mis hermanos le decían a mi madre: «¿Madre, y cuando vas a hacer tú las comidas que come la Mari?». O: «¿Madre, yo no puedo ir, aunque sean solo unos dias, a cuidar de Juanito?». El resultado era que mi madre les decía: «Vosotros podeis trabajar, y Mari con cinco años no puede hacer otra cosa.» Y fue una de las mejores cosas que me pasó.

Entonces salió una ley de Franco, obligatoria para todos los españoles, que los niños a partir de los seis años tenian que escolarizarse. Y teniamos que hacernos una foto para ponerla en una cartilla escolar, que se cosía con hilo al papel escolar porqué no había pega, y la foto valia cinco pesetas. Y mi madre no las tenía. Y no me podía escolarizar. Y eso significaba que eras como un niño que no existía. Y la mamá del niño que cuidaba le dijo a mi madre: «No te preocupes, que yo te las doy, así cuando la niña deje de cuidar al niño podrá ir a la escuela cuando quiera». Y ya cuando el niño tenía dos añitos empecé a la escuela, aunque iba un dia sí y cuatro no, porqué seguía cuidando a Juanito. Los días que iba a la escuela comía en casa. Era otro mundo. La carne no existía. Mi madre ponia con los garbanzos pimientos rojos, una vez hervidos los restregaba en rebanadas de pan, que se ponían muy rojas, con una gotita de aceite, que estaba bueníssimo... y este era nuestro chorizo. Y saliamos a la calle con el pan restregado y nos juntábamos con otros niños, y les decíamos: «Mira, estamos comiendo chorizo... chorizo de huerta!». Pero todos los demás estaban en la misma situación de nosotros.

Mi madre trabajaba limpiando por la noche los trenes de la Estación de Francia, sse iba hacía las nueve de la noche y volvía a las seis de la mañana. Nos dejaba a todos dormidos y cuando venia nos levantaba. Mi hermana estaba sirviendo, y mis hermanos uno de aprendiz de carpintero y el otro en una imprenta.

Yo a los nueve años empecé a trabajar en un taller de gavarninas, me levantaba a las seis de la mañana para entrar a les siete en el taller, en la calle Roger de Sants, cerca de la Avenida de Madrid. Entonces no existian ahí aun calles, todo eran fábricas, de vidrios, de lámparas, de ataudes...


Yo humedecía la hombrera de las gavarninas para que el planchador las planchase, antes de que pudieran poner el forro y el cuello a las gavardinas, y por la tarde llevaba gavardinas a casas particulares con un pañuelo de fardos para que las mujeres hicieran los hojales.

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